Abro la puerta ya con mis últimas fuerzas y grito... "WILL"
Nada sale de mi boca, más que aire, mucho aire, toneladas de él. Frío y seco, áspero.
No puedo recordar más que eso, supongo que me desvanecí. Amanezco, pero no como cada día... No conozco el lugar, o quizá si. Jamás he estado aquí, pero siento como si conociera cada centímetro de él.
Me encuentro en una habitación, sola. El techo está alto, diría que unos 5 metros por encima de mi cabeza, tal vez más...
Una araña de velas cuelga más adelante, un sillón con un respaldar alto, rojo, diría que bordó. Un cofre, con una pequeña cerradura. Tres puertas, una justo delante de mí, a unos 10 metros quizá. Las otras dos están enfrentadas, una en cada pared de las sobrantes. A mis espaldas un ventanal con cortinas rotas, cortinas de tul, cortinas rasguñadas y polvorientas. Alguien la ha estado pasando muy bien... o muy mal. Es una habitación muy amplia. Mi cuerpo sigue tendido en la cama, visto de color rojo, rojo como el sillón. Un vestido antiguo, demasiado para mi gusto. No debería llevarme la mano a la cabeza, puede que UH...! lo sabía; una peineta.
La mente me da vueltas.
- ¿Will? ¿Eres tú? - pero las respuestas son nulas.
Casi podría apostar a que sé qué va a ocurrir. ¿Dónde rayos estoy?
Está cubierto de telas de toda clase de arañas, y también está repleto de ellas. En la planta baja habrá un arpa, un piano Yamaha de cola blanco y una silueta. O no. Quizás la silueta es mía.
Los pensamientos me juegan en contra. Planeo ir a por la llave del baño, a mi derecha.
Atino: La puerta derecha conduce a un baño. No se cómo lo se. Y ya he olvidado qué diablos vengo a buscar.
- Demoraste menos que de costumbre, Alice -
Me volteo, nadie está ahí, ni aquí, ni allá. La soledad me encuentra de nuevo.
- ¿Will? - ¿Por qué carajos sigo diciendo ese nombre?
La puerta del baño se cierra, y recuerdo a qué he venido: a buscar la llave que la abre, desgraciadamente, alguien ha roto la puerta por dentro del baño.
Entonces recuerdo que esa he sido yo. Yo la he roto. Yo me encerré allí. Es decir, yo me encerré aquí. Y de seguro...
Me dirijo a la tina, mi sangre sigue fresca, la cuchilla sigue sobre el lavabo, justo donde la dejé la última vez que estuve aquí. Mis medias están al lado del excusado, la toalla está húmeda. Siento como comienzo a relajarme, y el miedo me abraza, me ahorca, me asfixia.
Ya no estoy allí. Estoy frente a la puerta que no va al baño, ni la puerta que está frente a la cama, que de seguro lleva a una galería. Así es, estoy en un segundo piso. Estoy en una casa gigante. Enorme. Sola. Acompañada.
- Will, cariño. Dime que estás allí bebé. - Demonios. ¿Quién es Will?
Giro la muñeca, la puerta cede. Está lleno de ropa, de mucha ropa. Los colores varían y no varían. Son vestidos antiguos, todos de mi talla. Me encuentro buscando un vestido rojo. No puedo encontrarlo, comienzo a desesperarme; la sangre corre con más velocidad dentro de mí. El corazón está a segundos de detonar.
Lo llevo puesto.
Me relajo. Busco salir. Aunque estoy consciente de que no quiero salir. Le temo a lo que haya tras la puerta. Le temo a las puertas. ¿Dónde estoy?
Me miro las manos. Recuerdo el cofre. Me toco el cuello y corro hacia el baño. Marcas, lo supuse. El ojo también. Quizás son moradas, o más violetas. Palpo con detenimiento el relieve de mi garganta, es increíblemente sexy. Lo tengo, el cofre.
Delicadamente saboreo con la punta de los dedos la preciosa llave de plata que segundos atrás colgaba de mi cuello. Abro el cofre.
"Alice, si estás leyendo ésto, es porque sobreviviste. No tienes idea de lo que ha pasado, tampoco sabes lo que pasará. Pero sí sabes algo: este cofre se quedará aquí. Eres inteligente. Ha pasado mucho tiempo. No intentes llamarme, ya no estoy. Se fuerte. Debes salir de ésto. No dejes que te maten. No dejes que te maten Alice."
No dice quién la ha escrito.
- ¿Will? Dime por favor que sigues aquí. Aquí estabas la última vez -
Ya no controlo mis palabras, no controlo mis pensamientos. Tomo el pomo de la puerta del medio, la que está frente a la cama. La peor.
No lo hagas Alice. No lo hagas.
Es fascinante. Estoy en el segundo piso de una mansión abandonada. Una araña enorme cuelga del techo. Es realmente enorme. Comienzo a bajar las escaleras. Por la derecha: la izquierda es de mi marido.
¿Tengo marido?... Miro la baranda. Mi sangre sigue allí, pero ésta está seca. Completamente seca. Tiñe de un color oscuro las reliquias de mis padres. ¿Tengo padres? Debo guardar silencio.
- E... Estas.... ¿Will? -
El arpa comienza a sonar con la brisa del viento que sopla fuerte, y que atropelladamente entra por la ventana rota del piso de abajo. Ya me encuentro aquí. Hace frío, miro mi vestido. Más manchas oscuras. Bordeo la mesa de la sala. Recetas médicas. Credenciales. Monedas. Un cigarrillo... encendido. El piano exhala una melodiosa historia de amor, de violencia, de médicos, de muchos médicos. Un cochesito. Está manchado también, la sangre está fresca. Siento miedo.
Mi mi fa sol sol fa mi re do do re mi mi re re... Irónico, pienso. Demasiado irónico.
Me acerco al instrumento, lo recordaba blanco. Busco la paradoja que esconde esa melodía, miro a mi alrededor, me arde la muñeca. Veo cientos de facturas tiradas en el suelo. Por encima del piano hay 6 tabletas con pastillas y un vaso de cerveza. Necesito esas pastillas, estoy perdida. Las necesito. No sé si tengo familia. No lo recuerdo. No puedo ver más que lo que mi cabeza advierte. Imágenes. Colores. En la habitación: Amarillo. En el baño: Rojo. En el vestidor: Verde. En la galería: Rojo. Aquí: Negro.Negro. Oscuro y misterioso negro de la noche y del olvido. Negro enloquecedor. Negro de sus ojos.
- Alice.
- Tú no eres Will.
- Eres muy lista - Su rostro muestra seguridad.
Vienen a mi mente imágenes, recuerdos.
Un ramo de rosas, con una tarjeta en su interior. Mi madre. Son para Alice, ¿de quién serán?. Sonrisas.
Un café, su café. Rizos, risas.
Un velorio. Dos velorios. Huérfana. Llantos. Súbito. Ambos dos. ¿Será que el amor hizo que murieran de la misma manera?. ¿Será muerte súbita?
He oído que no se les ha hecho autopsia. No se les fue permitido.
El hombre de los ojos negros nuevamente. Esta casa. Una noche apasionante. Sus labios.
Un niño.
Golpes.
- Demoraste menos que de costumbre, Alice. - Su sonrisa ya no carga las mismas intenciones que 20 años atrás. Y sólo entonces descubro que nunca existieron tales intenciones buenas. - Tienes que dejar de huir cariño. El que te hagas daño no me ayuda en absoluto. Pero descuida princesa. Mañana no podrás recordar ésto. - Esa sonrisa de nuevo.
Era como si el mundo se hubiese detenido en nuestra mirada.
De sus ojos emanaba odio. Golpes. Yo comenzaba a temer.
Oigo un llanto de bebé.
Subo corriendo las escaleras a sabiendas de que él viene por detrás de mí. Violento. Tiene un cuchillo. Tiene un arma. Va a golpearme, me matará.
Abro la puerta ya con mis últimas fuerzas y grito... "WILL"
Nada sale de mi boca, más que aire, mucho aire, toneladas de él. Frío y seco, áspero.